Si no juegas con tu gato, además de perderte algo genial de la vida,
puedes contribuir a que se sienta mal y busque alternativas como marcar
el territorio con orina, trepar por las cortinas, arañar el sofá o
morderte los tobillos.
Aunque tu gato no sea muy juguetón, “provócalo” con objetos como un
palo que lleve algo atado. No lo molestes, solo despierta su instinto
cazador y ¡a disfrutar!
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